La consejería de los enfermos en fase terminal es una labor que consiste en recorrer el trayecto con el moribundo o con la persona que está sufriendo una perdida, marchar a su ritmo y en el sentido escogido por él, así como escucharlo, darle la mano y contestar sus preguntas; estar realmente con él, ese es el regalo más grande que pudiéramos ofrecerle. La Tanatología ayuda a que el enfermo en fase terminal replantee,
reformule y acepte sus conceptos y creencias personales, de modo que sea el único que tome las decisiones respecto a su vida, en caso de ya no poder ser capaz de hacerlo por sí mismo, existe la opción del llamado Testamento de Vida.
No se debe ocultar al enfermo en fase terminal la gravedad de su padecimiento, pues él percibe la incongruencia de lo que se dice, el deterioro de su salud física y se percata de las señales no verbales que muestran la angustia de su familia y la gente que le rodea. En esos momentos, el enfermo en fase terminal por lo general se encuentra aislado y temeroso y busca la oportunidad de hablar de sus temores ante la muerte; sin embargo, la mayoría de las veces no encuentra los oídos capaces de escucharlo, a quienes pueda gritarles su miedo, su angustia, él va a un destino desconocido, necesita entonces una mano que con amor lo sostenga y le diga, “No te preocupes todo irá bien, vete en paz, tu vida ha valido la pena”.